Leemos porque sí

Las rarezas en Virginia Woolf

Las excéntricas forma parte de un imaginario interno de la escritora, un lugar de enunciación donde las formas y las acciones hablan más de las personas que su producción o su impronta en la sociedad. Es una forma de escape, quizás de pertenecer a un mundo poco amigable.

Por María José Cumplido

Mi relación con la literatura y la vida de Virginia Woolf tiene muchísimos años. La conocí a los quince, cuando leí Mrs Dalloway y de ahí, creo, haber leído gran parte de su obra, incluyendo diversas biografías y, por cierto, sus diarios que siempre me han parecido fascinantes, tanto por su prosa como por el extraño punto de vista que Woolf tiene respecto a la sociedad en la que le tocó vivir. Siempre admiré su constante deseo por habitar un espacio distinto a la sociedad victoriana, y sumamente conservadora, de esa época; sino también por develar la hipocresía de los hombres de élite y abogar por la igualdad de las mujeres. Todo esto no desde la arrogancia a la que, lamentablemente, estamos acostumbrados, sino que desde un humor inglés muy característico. Woolf nunca fue una mujer que se quedara callada y, a veces, sus críticas y burlas eran despiadadas, pero formaron parte de su necesidad de hablar, de poner su punto de vista sobre la mesa y esa mentalidad es lo que nos ofrece este curioso libro llamado Las excéntricas.

El libro es una selección de artículos publicados en periódicos y entradas del propio diario de la autora. Como bien dice el título habla sobre las excentricidades (propias y de otros), viendo esta rareza como una curiosa virtud, quizás una originalidad, que era lo que Woolf buscaba en los demás para no aburrirse tanto en la vida. También es algo que veía en ella misma, un deseo y una defensa para no sentirse tan aislada del mundo. Así, esta selección realizada por Matías Battistón se presenta como una recopilación de personas curiosas, valoradas y que muestran una época desde un lugar sin estandarizaciones absurdas y sin el deseo de ser parte de una historia nacional.

El trabajo del traductor y escritor argentino nos entrega artículos cortos de distintas mujeres que causaron interés en Virginia. Así es el caso de Hester Stanhope de quien escribe “A Lady Hester le gustan mucho los gatos, pero en privado – y la escritura es algo privado – deberíamos referir con gusto que tenía cuarenta y ocho de esos animales, a los que elegía por la afinidad astrológica que hubiera entre el gato y ella, y a cuyo canto nocturno se sumaba con su voz profunda y cavernosa, acusando a su médico de ser tosco, frío y afeminado cuando este decía que el ruido era intolerable”. Pequeñas imágenes que nos hablan, desde un lado más privado, de connotados personajes de la vida inglesa de esa época. Relatos que se salen de los salones de té y la vida londinense, para adentrarnos en lo absurdo, en lo cómico, en todo aquello que nos habla más de una persona y menos de la figura pública o de una mirada superficial sobre los otros.

En un siguiente apartado se escogieron distintas entradas de su diario, donde habla de otros y de sí misma. Recuerdo que siempre me llamó la atención la extraña relación que Woolf mantenía con sus empleadas domésticas como si les tuviera miedo o como si su extrañeza fuera algo peligroso para ella. Así lo narra en una entrada del 29 de enero de 1915, “Pero el hecho principal del día para mí fue una especie de vaga incomodidad, causada por el excéntrico carácter de la nueva sirvienta, Maud. Cuando se le habla, se queda inmóvil de repente y mira el techo. Entra atolondradamente a la habitación “solo para ver si estaba usted”. Es una mujer angulosa de unos cuarenta años, que nunca se queda demasiado tiempo en ningún lugar. Creo que vive con un miedo espantoso de algo. Deja caer los platos de golpe”.

La excentricidad que veía en los demás era algo propio también. En muchas cartas escribe sobre su deseo de ser extraña. Así le escribe a su sobrino Clive Bell donde imagina que él se refiere a ella diciendo que “tengo una tía que copula en un árbol, y cree que está embarazada de un saltamontes… ¿no es encantador?”. Las excéntricas, entonces, forman parte de un imaginario interno de la escritora, un lugar de enunciación donde las formas y las acciones hablan más de las personas que su producción o su impronta en la sociedad. Pero también, la excentricidad, es una forma de escape, quizás de pertenecer a un mundo poco amigable para Virginia, un espacio que con frecuencia la fue alejando del mundo y que, quizás, terminó con su vida. Como dice una de sus biógrafas Hermione Lee: “Ser considerada excéntrica – inofensiva, divertida – puede servir para que no te tilden de loca”.

 

Las excéntricas de Virginia Woolf se encuentra disponible aquí.

ISBN: 9789878413570
N° Edición: 1
N° páginas: 152
Año: 2022
Tamaño en cms.: 23 x 15
Tipo de edición: Rústica
Editorial: Ediciones Godot

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