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Reinhart Koselleck, historiador conceptual

Reinhart Koselleck, uno de los historiadores alemanes más importantes del siglo XX,  provocó una profunda renovación en el estudio de la historia a partir de un cambio crucial en los usos y significados de los conceptos sociopolíticos de la Modernidad. Esto en radical oposición a la tradicional historia de las ideas, concebidas como entidades constantes y permanentes.

Por: Stefan-Ludwig Hoffmann

Artículo aparecido en la revista “German History" 24-3 (2006).
Traducción: Patricio Tapia

La fascinación intelectual que ejercen los escritos de Reinhart Koselleck y que lo ubican entre los grandes historiadores del siglo XX se puede atribuir a su comprensión de los conceptos históricos. La historia es siempre más de lo que los conceptos pueden asir, y los conceptos implican siempre más que su uso histórico: esa es la premisa básica de su obra. Su propio estilo de escritura reflejaba esta idea. Las metáforas que acuñó fueron exitosas debido a su excedente en sugerencia: Sattelzeit, para el siglo de la naciente modernidad entre 1750 y 1850, Erwartungshorizont y Erfahrungsraum, para la brecha cada vez mayor entre la promesa utópica y el ámbito de la experiencia tan típico de este período, o Zeitschichten, para las diferentes capas de tiempo y experiencia inherentes a cada concepto histórico. Koselleck no solamente fue un historiador de conceptos sino también un historiador conceptual, cuyo dominio del idioma alemán tiende a perderse en las traducciones de sus escritos.

Su disertación doctoral, Kritik und Krise: Eine Studie zur Pathogenese der bürg erlichen Welt, escrita en la Heidelberg de la posguerra, se convirtió en un clásico instantáneo después de su retrasada publicación en 1959 (traducción al castellano: Crítica y crisis en el mundo burgués, Rialp, 1965) no solamente por su polémica tesis sino también por su estilo nítido e impecable. Como escritor, Koselleck estaba muy en deuda con Carl Schmitt, quien le enseñó no sólo a desarrollar una tesis a partir de conceptos, sino también a formular oraciones que capturen una tesis. “La libertad en secreto se convirtió en el secreto de la libertad”: esta frase, que se refiere a la separación de la autoridad política y moral en vísperas de la Revolución Francesa, contiene in nuce la tesis de Koselleck en Crítica y crisis. Al igual que Tocqueville, él consideraba que el utopismo moral de la Ilustración estaba peligrosamente disociado del ámbito político propiamente dicho. Las logias masónicas y su culto al secreto encarnaron la crítica moral en nuevos espacios sociales más allá de la política estatal. Esta crítica, incólume a las realidades del conflicto político, finalmente condujo a la crisis de lo político, su reemplazo por la moralidad y, en última instancia, a la constelación de la era nuclear cuando ambos combatientes, la democracia liberal y el comunismo, afirmaron tener el derecho moral a extinguir al oponente político. “¿Cuál es su hipótesis?”, era indefectiblemente una de las primeras preguntas que Koselleck hacía a los estudiantes de posgrado, primero en Heidelberg, luego en Bielefeld, donde ocupó una cátedra de teoría de la historia desde 1973 y, tras su jubilación en 1988, en Chicago, París o Nueva York.

Preocupado de que la reputación de Koselleck como un historiador intelectual brillante pero controvertido pudiera hacerlo sospechoso para los historiadores más importantes, Werner Conze lo convenció de escribir una tesis de habilitación basada en gran medida en el trabajo de archivo. Preußen zwischen Reform und Revolution: Allgemeines Landrecht Verwaltung und soziale Bewegung von 1791 bis 1848 (1967) también se convirtió en un clásico instantáneo. El libro transmitía una nueva imagen de la historia de Prusia en un momento en que Alemania Occidental buscaba una visión crítica pero matizada de sus tradiciones históricas. Lo novedoso de Preußen zwischen Reform und Revolution fue su combinación programática y aparentemente natural de historia social, legal y conceptual.

La mayor parte de la energía y el tiempo de Koselleck desde la década de 1970 en adelante se dedicó a la enciclopedia Geschichtliche Grundbegriffe. Koselleck conceptualizó el proyecto y, después de la muerte de Otto Brunner y Werner Conze, se desempeñó como el único editor de la enciclopedia. Los artículos de los siete volúmenes del Lexikon zur politisch-sozialen Sprache in Deutschland trazan el desarrollo de los conceptos históricos desde sus orígenes clásicos hasta su uso decisivo en el siglo XVIII y principios del XIX en el lenguaje social y político alemán. Conceptos antiguos como “mundo” o “ciudadano” adquirieron nuevos significados, nuevos conceptos como “clase” o “progreso” reflejaron y alimentaron las convulsiones sociales y políticas de los tiempos modernos. La Geschichtliche Grundbegriffe sigue siendo internacionalmente una obra sin paralelo y puede considerarse como el mayor logro colaborativo de la historiografía alemana de la posguerra. No es sorprendente que los artículos escritos por Koselleck o sus alumnos, por ejemplo, sobre “historia”, “emancipación”, “público”, “cultura y civilización” o “nación y pueblo”, que a menudo tenían la extensión de un libro corto, se acercaban más a la idea original del proyecto.

Para Koselleck, la Begriffsgeschichte es más que una simple contabilidad semántica. La historia conceptual es también una teoría de toda historia posible y, por lo tanto, está estrechamente relacionada con la antropología histórica. Esto se hace más evidente en sus numerosas intervenciones durante los últimos treinta años. Las colecciones de ensayos Vergangene Zukunft (1979; traducción al castellano: Futuro pasado, Paidós, 1993) y Zeitschichten (2000; traducción al castellano: Los estratos del tiempo, Paidós, 2001) contienen solamente una fracción de sus innumerables conferencias a ambos lados del Atlántico; dos volúmenes más estaban en preparación antes de su prematura muerte. Algunos están incluidos para los lectores en inglés en The Practice of Conceptual History (2002; varios recogidos, para el lector en castellano, en el libro Historias de conceptos, Trotta, 2012; y ahora en El concepto de Estado y otros ensayos). En estos ensayos podemos discernir al historiador conceptual Reinhart Koselleck que fue más allá de Begriffsgeschichte como método histórico.

La gama temática de estos ensayos es impresionante. Su enfoque teórico singular permitió a Koselleck explorar cuestiones que sus colegas historiadores comenzaron a descubrir solamente años después, cuando se proclamaba otro “giro” en la escritura histórica. Ya sea que estos ensayos estuvieran relacionados con la condición temporal y espacial de la experiencia humana, el funcionamiento de la historiografía, la memoria y los sueños, la teoría legal y política de la sociedad civil o la iconología de la muerte violenta, Koselleck relacionó los hallazgos semánticos e iconológicos con su antropología histórica en formas nuevas y originales.

Según Koselleck, tres oposiciones básicas estructuran toda experiencia histórica. Toda historia posible está condicionada, en primer lugar, por el tiempo, en este caso el lapso entre el nacimiento y la muerte que hace que cada vida sea singular y parte de una experiencia generacional distinta de otras generaciones, tiempos y experiencias. La capacidad para nuevos comienzos es tan parte de la condición humana como la capacidad de matar. Al igual que cuando se lee a Hannah Arendt, es crucial comprender la filosofía de Heidegger para comprender la teoría del tiempo histórico de Koselleck. En segundo lugar, toda la historia posible no puede escapar a la diferencia política entre dentro y fuera, amigo o enemigo, como diría Carl Schmitt. De ahí la crítica repetida de Koselleck al universalismo moral que presupone que no hay ningún “otro” con intereses políticos legítimos. Negar la diferencia entre dentro y fuera es sólo exacerbar la dominación política y el conflicto. Finalmente, Koselleck afirma que la oposición entre amo y esclavo, Herr y Knecht, en la terminología de Hegel y Marx, estructura todas las relaciones sociales en la historia. Esto no quiere decir que no se pueda ganar más igualdad y libertad en el curso de la historia, sino que las jerarquías sociales impregnan todas las formas de comunidad humana.

La historia, en la comprensión de Koselleck, es el torrente de acontecimientos contingentes que está condicionado por estas tres oposiciones elementales. Mientras que la experiencia histórica no es idéntica al lenguaje empleado como reacción a eventos específicos, el lenguaje, en particular los estratos del tiempo inherentes a cada concepto, es el único inventario de experiencias pasadas. Conceptos como “democracia” o “terror” nos dicen algo sobre las reacciones a eventos históricamente únicos desde la antigüedad hasta el presente, y sobre las estructuras profundas repetibles inherentes a la acción humana: las condiciones antropológicas de toda la historia posible. Así, los conceptos específicos son metahistóricos o universales y, al mismo tiempo, históricos o particulares.

La intensidad existencial de la antropología histórica de Koselleck tiene sus raíces en su propia experiencia biográfica de los años 40 del siglo XX. Una vez más, Koselleck usó una metáfora para describir el profundo recuerdo de su experiencia durante la guerra. Las experiencias son geronnene Lava, lava coagulada, escrita en el cuerpo que no puede ser reescrita por la memoria pública. De ahí su oposición a la difuminación de los límites entre diferentes experiencias históricas, entre víctimas y perpetradores, como lo ejemplifica el monumento conmemorativo Neue Wache de la era Kohl. Su origen familiar era la mezcla típica de patriotismo prusiano y Bildung, de republicanismo liberal y protestantismo que pereció con la desaparición de la República de Weimar. Se ofreció como voluntario en 1941 para servir en la Wehrmacht (fuerzas armadas) a la edad de dieciocho años en busca del nacionalismo heroico. Cuando regresó a casa seis años después, su padre no lo reconoció en la puerta principal. Su hermano menor murió durante un bombardeo aliado, mientras que su hermano mayor cayó días antes del final de los combates. Su tía estuvo entre las víctimas de la eutanasia nazi en 1940.

Koselleck se salvó de Stalingrado cuando un vagón de artillería alemán le aplastó el pie en la marcha hacia la ciudad. Unos meses más tarde fue enviado de regreso a la guerra y, en mayo de 1945, fue capturado por el Ejército Rojo y enviado a Auschwitz, donde él y otros prisioneros de guerra desmantelaron las plantas de IG Farben, el conglomerado de compañías químicas, para transportarlas a la Unión Soviética. Más tarde, fue transportado a Karaganda a un campo de Gulag. Una vez más, fue salvado por el destino (y por el trasfondo de clase, se podría agregar) cuando un médico alemán que fue entrenado por uno de los tíos abuelos de Koselleck, antes de la guerra, atestiguó que no era apto para el trabajo, pero estaba lo suficientemente bien como para aguantar el largo transporte a casa de cuatro semanas. En 1947 comenzó su vida de posguerra en una de las pocas ciudades alemanas que no sufrió daños por la guerra. En Heidelberg, se sentaron los cimientos de la inmensa erudición de Koselleck en seminarios de filosofía con Hans-Georg Gadamer y Karl Löwith, de sociología con Alfred Weber, de psicología con Willy Hellpach y de antropología médica con Victor von Weizsäcker. Heidelberg, más que Bielefeld, siguió siendo su hogar intelectual durante la mayor parte de su vida.

Como François Furet, con quien colaboró en 1968 en un libro de texto todavía altamente legible sobre la era de las revoluciones entre 1780 y 1848, Koselleck albergaba un feroz escepticismo frente a las supuestas maquinaciones de la razón en la historia. Como testigo de las furias del odio ideológico del siglo XX, fue un escéptico moral contra todas las afirmaciones de que hay lecciones que aprender de la historia. En uno de sus ensayos más influyentes, mostró que el postulado clásico historia magistra vitae perdió fuerza con el advenimiento del concepto moderno de historia. La historia no puede enseñarnos nada. Los historiadores pueden mostrar, sin embargo, cómo cada nueva generación enfrenta la violencia del conflicto político y la injusticia de la jerarquía social. Para Koselleck, la práctica de la historia no puede proporcionar consuelo sino un conocimiento aleccionador: si comprendemos las condiciones antropológicas de toda la historia posible, es posible que no nos sorprenda lo que nos depara el futuro.

  

El concepto de Estado y otros ensayos

Reinhart Koselleck

Editorial FCE, Buenos Aires, 2021, 242 pp.

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