Leemos porque sí
James Frazer sobre magia y religión primitivas
La gran obra de James Frazer, La rama dorada, sobre las costumbres mágicas y religiosas, fue creciendo hasta su tercera edición en doce volúmenes. Hubo ediciones abreviadas, pero la editada por Robert Fraser en 1994 que restauraba material sobre el cristianismo purgado en las anteriores, se traduce ahora. La tercera edición, sobre la cual se basa esta versión, fue comentada en su momento por el teólogo e historiador Shirley Jackson Case (1872-1947).
Artículo aparecido en “The American Journal of Theology” 19-3 (1915). Traducción de Patricio Tapia.
En 1890 apareció la primera edición de esta obra en dos volúmenes. Desde entonces, los subtemas se han convertido en capítulos y los capítulos en libros completos, hasta que en 1915 la obra completa abarcó doce volúmenes. Las ochocientas páginas impresas de forma holgada en la primera edición ahora se han ampliado a más de cuatro mil páginas impresas de manera mucho más apretada. Este aumento se debe tanto a la introducción de una gran cantidad de nuevo material ilustrativo como a un tratamiento más extenso de los temas.
El propósito original de la obra, como se recordará, era explicar la oscura costumbre del sacerdocio de Diana, en Nemi, según la cual todo nuevo aspirante al cargo debe matar a su predecesor después de arrancar una rama del roble sagrado que crecía dentro del santuario. La realización de esta hazaña daba derecho al ejecutante a luchar contra el sacerdote en un único combate y, si salía victorioso, a presidir el santuario y llevar el título de «rey del bosque». Esta rama del árbol sagrado se identifica con la rama que Eneas arrancó antes de emprender su peligroso viaje al inframundo, de ahí el título de la obra, La rama dorada.
El esfuerzo por explicar la práctica de Nemi lleva al autor muy lejos en su estudio de las costumbres mágicas y religiosas primitivas. Él cree que el sacerdote es la encarnación deífica del espíritu del árbol, y que originalmente este sacerdote era asesinado de forma anual en su calidad de deidad encarnada, dando paso así a una encarnación nueva y más vigorosa. Esta ceremonia era un rito mágico diseñado para infundir nueva vida a la menguante vitalidad de la naturaleza. Tal hipótesis va unida a la teoría de que el desarrollo de la inteligencia humana con respecto a la interpretación de la naturaleza pasa por tres etapas principales. La primera es la de la magia, en la que el hombre depende de su propia capacidad para controlar las fuerzas de la naturaleza que lo rodean. La segunda etapa se inicia cuando descubre su propia debilidad y se vuelve suplicante, habiéndose convencido de que detrás de la naturaleza hay ciertos seres invisibles cuya ayuda debe invocar. Esta es la etapa religiosa. Luego sigue el reino de la ciencia, que gradualmente rechaza la teoría religiosa de la naturaleza y reconoce solamente la inflexible ley natural.
El tema central de estos volúmenes es la noción del dios asesinado, estudiada a la luz de la especial teoría antropológica del autor. Una breve exposición del contenido de las distintas partes dará una idea del carácter de la obra. La Parte I trata de la magia y su relación con la evolución del rey y sus funciones en la sociedad primitiva. Los diversos tipos de magia se exponen con cierta extensión. Se cree que el rey era desde el principio una encarnación concreta de alguna fase de la fuerza vital de la naturaleza y, por lo tanto, era esencialmente divino. La segunda parte trata de los principios del tabú, más particularmente aplicados a personas sagradas como reyes y sacerdotes. Estos dioses humanos, dado que se cree que el bienestar de la comunidad depende de ellos, deben observar muchas reglas para garantizar su propia seguridad y la del pueblo.
Hasta ahora, la discusión es sólo preliminar al tema principal, el dios moribundo, que se aborda en la Parte III. Primero se establece el principio general de que el motivo para matar al hombre-dios es el temor de que la declinante vejez del cuerpo en el que mora el espíritu sagrado tenga una influencia de deterioro sobre ese espíritu. Debe liberarse del cuerpo más débil y encarnarse en uno más fuerte para que las fuerzas de descomposición de la naturaleza puedan ser refrenadas y se preserve una vitalidad siempre nueva. La Parte IV prosigue el mismo tema, dirigiendo la atención más especialmente a la figura del dios moribundo en el Oriente de la antigüedad clásica. Los materiales se recopilan sobre tres nombres familiares, Adonis, Atis, Osiris, pero también se saca a la luz mucha información sobre deidades menores de un carácter similar. Los dos volúmenes de la Parte V examinan figuras similares en otras partes del mundo. En Grecia, por ejemplo, el dios de la vid Dioniso y la diosa del maíz Perséfone, con su madre y su doble Deméter, son personificaciones de plantas cultivadas. Desde este punto se pasa fácilmente a considerar figuras similares entre los pueblos agrícolas primitivos cuya religión está tan teñida por el cuidado del maíz como fuente de sustento. Pasando luego a los salvajes cuyos intereses son principalmente la caza, la pesca y las ocupaciones pastoriles, la fuente de reverencia religiosa se encuentra en las bestias, pájaros y peces, de los que se obtiene el alimento. Dado que el salvaje asume la inmortalidad del alma del animal, se esfuerza por apaciguar los fantasmas de sus víctimas. De manera similar, la inmortalidad del hombre es una noción muy primitiva, y la costumbre de adorar a los fantasmas de los muertos surgió en una fecha temprana. Estos diversos fenómenos se examinan más o menos extensamente en la Parte V, bajo el título «Espíritus del maíz y de la naturaleza». La Parte VI completa el estudio del dios moribundo con un examen del uso que se ha hecho de él como chivo expiatorio para liberar a los adoradores de varios males. El origen de la noción se remonta a una confusión entre la posibilidad real de trasladar una carga física a otros hombros y la supuesta posibilidad de trasladar nuestras dolencias corporales y mentales a alguien más.
La Parte VII es, en su naturaleza, un suplemento. Ya que se ha asumido que la “rama dorada” en Nemi es una rama de muérdago que crece en un roble en la arboleda sagrada, el rey-sacerdote aricio del bosque se coloca junto al dios nórdico Bálder, quien, según se informa, murió por una rama de muérdago. Pero la analogía se admite que es remota y se utiliza principalmente como excusa para añadir un estudio sobre los festivales del fuego en Europa, ya que el fuego jugó un papel tanto en el mito de Bálder como en el ritual de Nemi. Anteriormente, el autor abogó por la teoría solar de este rito como un acto de magia simpatética diseñado para reforzar la luz y el calor del sol, pero ahora cree que el rito tuvo originalmente un significado purificador.
Este simple esbozo del contenido de estos volúmenes no da una idea adecuada de su valor real. Su valor es muy grande, aparte de cualquier duda que se pueda suscitar en ciertos puntos acerca de la validez de las teorías antropológicas del autor. De hecho, él está mucho más ansioso por informar a sus lectores que por adoctrinarlos antropológicamente. Si bien la mayoría de los datos se toman de segunda mano, se recopilan con gran diligencia y se comunican al lector de forma muy atractiva e informativa. La obra es de particular interés para los estudiosos del cristianismo temprano debido a la luz que arroja sobre las creencias primitivas en las divinidades que mueren y resucitan.
Shirley Jackson Case
Puedes encontrar La Rama Dorada: Magia y Religión aquí.
Sir James George Frazer; ed. introd. y notas de Robert Fraser; trad. de Elizabeth Campuzano y Tadeo I. Campuzano; trad. de nuevos textos de Óscar Figueroa Castro 3ª ed. FCE. México, 2011
ISBN: 9789877193213
N° Edición: 3
N° páginas: 645
Tamaño en cms.: 17 x 23
Tipo de edición: Rústica
Editorial: Fondo de Cultura Económica