No se puede ir a la calle con nadie

Hablar sobre el trabajo sexual nunca es fácil. El libro de Marisa S. Tarantino es una oportunidad imperdible para analizar críticamente ciertas ideas binarias como el de víctimas-victimarios y analizar los efectos de las políticas públicas en base a datos y experiencias. Un trabajo fundamental para adentrarse a las políticas anti-trata lejos de las consignas.

Por María José Cumplido

La historia de los feminismos ha estado marcada por diversas polémicas siendo una de ellas el tema del comercio y las trabajadoras sexuales. Desde los años ’70, en plana segunda ola, las llamadas “sex wars” dividieron al movimiento entre abolicionistas y anti abolicionistas, es decir, entre aquellas que buscaban prohibir el comercio sexual, la pornografía, entre otros, por considerarlos parte de una industria que oprimía a las mujeres; y por otro lado, aquellas que reconocían la libertad de muchas mujeres y buscaban regular estos espacios para que, efectivamente, estas profesiones se ejercieran como una decisión o una posibilidad y no solamente por un sometimiento o una obligación ejercida por terceros.

Estas discusiones han continuado a lo largo de las décadas, y en este contexto, es que Marisa S. Tarantino publica “Ni víctimas, ni criminales: trabajadoras sexuales: Una crítica feminista a las políticas contra la trata de personas y la prostitución”, con el objetivo de analizar las políticas públicas -particularmente en Argentina- que han buscado regularizar el trabajo sexual y la llamada “trata de personas”, pero que en demasiados casos ha funcionado más como una manera de control y de victimización hacia las mujeres, más que como una política eficiente. 

La tesis de la autora es que, debido a las políticas anti trata de personas, las trabajadoras sexuales han sido fuertemente criminalizadas y, peor aún, sus voces no han sido escuchadas para el desarrollo de mejores políticas públicas debido a la victimización a la cual han sido sometidas por los discursos abolicionistas. Eso tuvo como consecuencia directa la clandestinidad y la persecución de las mujeres que ejercían el comercio sexual.

A través de una escritura amigable con un lenguaje simple, Tarantino hace un recorrido sobre el problema del control hacia el comercio sexual a lo largo de cinco capítulos donde va a profundizar respecto al control estatal de la prostitución y las campañas contra la mal llamada “trata de blancas”, pasará por la historia de los feminismos del siglo XX y sus polémicas para ya profundizar en la legislación del tiempo presente en la Argentina, a través de la ley 26.364 y los problemas que tuvo su aplicación.

Parte de su análisis que, por cierto, incluye el derecho y la historia, no es meramente una recopilación de literatura, sino que además las mismas trabajadoras sexuales plantean sus testimonios, siendo parte central del relato e impidiendo, como usualmente ocurre, que otros hablen por ellas.

Una cita interesante sobre las consecuencias de una política punitiva, que victimiza a las personas, la cuenta una trabajadora sexual al afirmar que: “No se puede ir a la calle con nadie. Aunque sea cualquier persona, un amigo que se para a saludarte y ahí vienen los preventores y ¡chau! Le hicieron la multa”. (Taranatino, p.147)

El planteamiento de Marisa S. Tarantino me parece una oportunidad imperdible para no solo adentrarse a los debates feministas más clásicos, sino también, como feminista, ser capaces de tener un punto crítico hacia ciertas ideas binarias como el de víctimas-victimarios y, además, ser capaces de escuchar y de observar distintos puntos de vista para, efectivamente, analizar una política pública no desde la mera repetición de la ideología, sino también en base a datos, experiencias y finalmente elementos que permiten analizar los efectos que una política pública o una ley tiene sobre las personas que, supuestamente, se busca proteger.

El fracaso, por tanto, de las posturas abolicionistas y de las leyes que han afectado a las trabajadoras sexuales bajo la premisa de “ayudarlas” es un punto clave para repensar los feminismos desde la realidad tangible y desde las distintas experiencias de vida de las protagonistas. Sabemos ya hace mucho tiempo que no todas las mujeres somos iguales y no todas tenemos las mismas trayectorias, lo importante es como respetamos esas voces y somos capaces de validar las decisiones de los demás. Una idea que parece obvia, pero lamentablemente y como muestra Tarantino, no lo es.