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“El impuesto a la riqueza es el impuesto de estos tiempos (no el IVA)”. Entrevista a Gabriel Zucman, economista de la Universidad de California, Berkeley

Los superricos se presentan muchas veces como la fuente de prosperidad de las naciones. Pero este relato simplemente no es cierto, argumenta en esta entrevista el economista Gabriel Zucman. “El motor del crecimiento económico es el acceso masivo a la educación y la salud; es la cooperación, la calidad de las instituciones. Nunca se ha dado el caso de que sólo un puñado de multimillonarios haya impulsado el crecimiento en un sentido significativo”. Para Zucman la extrema riqueza es sobre todo un problema para el buen funcionamiento de la economía y para la democracia, porque corroe las instituciones. Aquí argumenta a favor de un impuesto a la riqueza en Chile y promueve un registro de activos financieros de modo que se puede saber “quién es dueño de qué”, porque “el poder de la riqueza es aún más extremo cuando es opaco”, dijo. Por último, apoya el fin del secreto bancario porque no hacerlo es como decir “creemos que los ricos deben tener la posibilidad de evadir impuestos si quieren”.

Por: Cristobal Otero, co-editor de "Impuestos justos para el Chile que viene" y Juan Andrés Guzmán, editor de Tercera Dosis.

Fuente: Tercera Dosis.

 

La discusión pública sobre los superricos -sobre cómo llegaron a serlo y si conviene que tributen por su patrimonio- está dominada por argumentos económicos. Eso hace olvidar que la extrema riqueza provee extremo poder y que por lo tanto estamos ante un problema político.

Gran parte de las políticas públicas que el economista Gabriel Zucman propone para Chile en esta entrevista están pensadas con la convicción de que la democracia necesita controlar el poder que tienen los extremadamente ricos. La extrema riqueza permite “influir en las políticas y en la ideología que domina en la sociedad; permite comprar competidores y luchar contra la autoridad fiscal. Por esa razón, hay una tensión profunda entre la extrema concentración de riqueza y las instituciones democráticas”, dijo Zucman a TerceraDosis.

Zucman está entre los 20 economistas más citados del mundo (es el 16) y elaboró las propuestas de impuesto al patrimonio de Bernie Sanders y de Elizabeth Warren. El desafío político que nos plantea la extrema riqueza lo ha abordado en su libro La riqueza oculta de las naciones, donde examina cómo se formaron y expandieron los paraísos tributarios; y en El triunfo de la injusticia: Cómo los ricos evaden impuestos y cómo hacer que paguen, que publicó con Emmanuel Saez en 2019. En esas y otras investigaciones destaca que una estrategia defensiva clave de los superricos es la capacidad de ocultar lo que tienen. Hoy los Estados no son capaces de hacer tributar de verdad a los superricos porque estos controlan su patrimonio a través de sociedades de fachada. Zucman pone el acento ahí, en esa opacidad. No avanzaremos en reducir la desigualdad ni en controlar el poder de los superricos si no enfrentamos ese secreto. Por ello cree que una forma real de generar un cambio profundo en la sociedad chilena es que el Estado haga un catastro de quién tiene qué y use esa información para generar un impuesto a la riqueza. Aquí explica cómo.

Pero, ¿y si los superricos deciden irse cuando los hagamos tributar? Para Zucman la competencia tributaria, que les permite amenazar con mudarse a jurisdicciones de baja tributación, es una política que se puede cambiar. “No es una ley de la naturaleza. Es una elección que hacen los países. Y pueden hacer otras elecciones. Por ejemplo, decir, ‘no vamos a aceptar la competencia fiscal’. Y decidir que si un multimillonario se va de Chile, igual tendrá que seguir pagando impuestos durante un número de años, que puede depender del número de años en que fue residente fiscal allí.” La razón es clara: “Si te beneficiaste de la infraestructura chilena y de los trabajadores chilenos y de todos los bienes públicos que se proporcionaron colectivamente en Chile, es perfectamente lógico que todavía tengas que pagar como si fueras residente en Chile por un número de años”, explicó.

– Llevas mucho tiempo abogando por un registro global de activos. ¿Puedes describir a grandes rasgos lo que tienes en mente?

– La idea es esta: los países tienen registros de bienes inmuebles y de la tierra desde hace mucho tiempo. Una de las principales reformas durante la Revolución Francesa fue justamente la creación de un registro de bienes raíces, que en esa época representaba esencialmente toda la riqueza. Pero hoy la riqueza financiera es mucho más importante y no tenemos un registro de ella. No sabemos quiénes son los dueños de las corporaciones, de la deuda pública, de los activos en las instituciones financieras, etc. Entonces la idea busca, primero, ampliar el registro de bienes inmuebles que ha existido durante siglos para incluir a los activos financieros. Segundo, busca conectar los distintos registros nacionales con uno a nivel global. Porque hoy la acumulación de riqueza se produce a nivel mundial, especialmente para los muy ricos que tienen activos en diferentes países.

“Cada vez que hay una riqueza extrema, también hay una industria de defensa de la riqueza para protegerla”.

– Pero ¿por qué querríamos tener hoy un registro de la riqueza financiera?

-Crear transparencia sobre la propiedad financiera es importante por varias razones. Primero, porque como falta información sobre la riqueza financiera, no estamos gravando todas las formas de riqueza. Si consideramos que la riqueza financiera está mucho más concentrada que los bienes inmuebles y la tierra, tiene sentido ampliar el impuesto hacia allá. Y para hacerlo es necesario saber quién es dueño de qué.

Un segundo motivo es que las personas acumulan riqueza para protegerse de las turbulencias de la vida, para tener una red de seguridad; pero los muy ricos no acumulan por eso; a ellos la riqueza les provee poder. Les permite influir en las políticas y en la ideología que domina en la sociedad; les permite comprar competidores y luchar contra la autoridad fiscal. Por esa razón, hay una tensión profunda entre la extrema concentración de la riqueza -que significa extrema concentración de poder- y las instituciones democráticas. Necesitamos instituciones que permitan regular el poder que da la riqueza y crear transparencia. El registro de quién posee qué, es una forma posible de regular parte de ese poder. O dicho a la inversa: el poder de la riqueza es aún más extremo cuando es opaco. Siempre hemos estado creando instituciones que hacen posible ejercer algún control democrático sobre la propiedad y la riqueza; y siempre hay que estarlas actualizando.

– Algunos pueden pensar que no es factible construir ese registro dadas las innumerables dificultades para seguir los pasos de la riqueza.

-Al contrario, yo creo que esto es bastante fácil. Cuando se crearon los registros inmobiliarios hace siglos, no teníamos computadores y sin embargo se hizo. La riqueza financiera no es más complicada que la inmobiliaria. Los mercados financieros están muy centralizados. En cada país, por lo general, tienes lo que se conoce como “depósito central de valores”, que actúa como el último contador de los propietarios de acciones y bonos que se han emitido en ese país.

“Lo que fundamentalmente hace un impuesto sobre la riqueza es que tiende a hacer la riqueza más joven.”

-En tu libro La riqueza oculta de las naciones argumentas que los bancos tienen esta información. Luego preguntas, ¿por qué no puede el Estado tener esa información?

-Exactamente. La información sobre la propiedad de la riqueza financiera ya existe en las instituciones privadas. No solo está en los depósitos sino también en bancos comerciales, los fondos de inversión, etc. Los intermediarios financieros están obligados, en virtud de las leyes contra el blanqueo de capitales, a identificar a los beneficiarios efectivos del patrimonio que gestionan. Por ejemplo, si abro una cuenta bancaria en un banco de Estados Unidos, de Chile, de Francia y manejo esa cuenta a través de empresas ficticias o de fideicomisos, eso no cambia el hecho de que el banquero tiene que conocer, por la normativa vigente, la identidad del beneficiario final. Si el banquero no sabe o decide no averiguarlo, está violando la legislación que sustenta el sistema financiero moderno. Así que la información existe, pero no se utiliza con fines estadísticos ni para crear transparencia. Entonces solo hay que centralizarla y usarla para promover el bien público. Además de servir para evaluar los impuestos sobre el patrimonio, hay otros usos legítimos. Por ejemplo, si se quieren aplicar sanciones internacionales, como se ha propuesto en estos días en el caso de los oligarcas rusos.

– Si es tan fácil y la Unión Europea ha estado presionando para que se impongan sanciones a los oligarcas, ¿por qué no se ha usado esta información?

– Al principio de la guerra entre Rusia y Ucrania, tenía cierta esperanza de que se hiciera un esfuerzo por identificar las posesiones en el extranjero de los oligarcas rusos, muchas de las cuales están en la Unión Europea -en lugares como Luxemburgo y Malta- o en Gran Bretaña. Pero no ha habido mucho progreso. Se han incautado algunos yates, algunas mansiones, propiedades aquí y allá, pero no ha habido un intento sistemático por identificar la riqueza de los rusos fuera de Rusia y congelarla. Me parece que muchos no tienen interés en ese tipo de transparencia porque, bueno, en los paraísos donde participan los oligarcas rusos también están los multimillonarios de la UE y de Estados Unidos. Y todos se benefician de la opacidad actual.

-A propósito, ¿qué diferencia encuentras entre un oligarca y un multimillonario? En Chile tenemos un nivel de desigualdad y de concentración de la riqueza mayor que en Rusia[1] y, sin embargo, los medios que hablan sin problemas de los “oligarcas rusos” llaman a nuestros superricos “millonarios” o “élite económica”. Entonces, ¿cómo identificamos a los oligarcas? ¿O todos los millonarios son oligarcas?

-No soy fan de la distinción entre multimillonarios y oligarcas, porque en realidad hay muchos puntos en común entre los multimillonarios rusos, chilenos y estadounidenses. Todos se han beneficiado enormemente de las leyes de cada país, del sistema fiscal, de la regulación o desregulación de la propiedad, etc.. Los multimillonarios rusos compraron empresas a un precio muy barato y las vendieron a un precio muy alto. Muchos multimillonarios en los EE.UU. y en otros países también hacen lo mismo. Los multimillonarios en Rusia tienen tasas de impuestos efectivas muy bajas, a veces cerca de 0; y en EE.UU. también. Hace unos meses una filtración mostró que Jeff Bezos, Elon Musk, Warren Buffett y muchos otros, pagan casi cero en impuestos. Así que hay muchos, muchos puntos en común y creo que esa distinción no tiene sentido.

-Volviendo al registro, ¿qué datos debería tener? ¿El movimiento de las cuentas bancarias, la participación en empresas?

-Creo que la lógica del registro de bienes raíces funciona bien y se puede partir desde ahí. Por ejemplo, ¿de quién son las casas en Santiago? La principal limitación de los registros actuales es que a veces identifican sólo a las empresas ficticias o fideicomisos que nominalmente tienen el control, por lo que el primer paso debería ser registrar no al intermediario sino al beneficiario final. Luego se pueden agregar otras formas de riqueza. El Gobierno chileno emite bonos del Estado, ¿quiénes son los dueños? Muchos bonos están en manos de intermediarios financieros, pero en última instancia son propiedad de personas. Lo mismo para las acciones en empresas que cotizan en bolsa, ¿quiénes son los propietarios de esas empresas? Todos los países tienen registro de al menos las grandes participaciones en esas empresas. En Chile, de hecho, hay una amplia información disponible para las autoridades fiscales sobre la propiedad de las empresas. Lo que hay que hacer es registrar quién es el propietario de esos activos.

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